miércoles, 10 de enero de 2007

Romance en el Baúl

ROMANCE EN EL BAÚL
Cuento de Raúl Narrea publicado en "Mil Vidas" No. 4
Setiembre de 2005

Le pareció linda desde que la vio por primera vez, pero sabían que eran sólo personajes de una historia. Su amor podría dibujarse en las paredes que los rodeaban y allí crecer como una flor.

Gaspar se había despertado de una espuma naranja y peluche marrón. Siempre era el villano de la historia, nunca el héroe, nunca el príncipe. Un Lobito de overol rojo, un muñeco en la mano izquierda del titiritero. Fue aquel día de otoño, una de esas mañanas confusas del artista, llenó su maleta de los muñecos adecuados para la obra a presenta. En tanta confusión cogió a Gaspar y lo llevó con el elenco de otra obra. El ni cuenta se dio, sólo se preparaba para su papel. Al abrir la maleta el titiritero lo encontró, lo interrogó y lo puso a un lado mientras acomodaba a aquellos que tenían que participar del montaje. Gaspar al ver que no entraría en escena se entretuvo viendo a esos compañeros, era la historia de una flor que no podía crecer sin la lluvia. De pronto la vio, era como si flotara en el aire y en verdad eso era lo que simulaba hacer, una nube regordeta que bailaba en un vaivén con la música, le pareció celestial, ella lo encontró con la mirada distrayéndose un segundo del público , le sonrió .
Martha era la nube, al titiritero se le ocurrió crearla de tecnopor y algodón; su actuación era entrar bailando y regalándole vida a una flor; ella tenía unos ojos grandes muy vivos y una boquita pequeña que cantaba al hablar. El artista le puso el nombre basándose en su madre, lo regordeta se la recordaba, ella era unos de los nuevos personajes del último montaje creado, no había conocido a otros muñecos aparte de los que la acompañaban en escena. Fue entonces que en la segunda función, vio a un personaje extraño en el teatrin, él no trabajaba, sólo estaba allí, le pareció raro, era un Lobo de guante que parecía disfrutar de la obra, sintió que ya llegaba su parte se preparó, tomo aire y sintió la delicadeza del titiritero. De pronto se estremeció al observar que el personaje, aquel lobo, se le había quedado viendo anonadado, pudo ver entonces su hocico largo y su colita de lana, le pareció lindo. Se vio entonces reflejada en los ojos de vidrio de aquel muñeco, le hizo una mueca, ella sonrió.
Se encontraban en las noches mientras el Titiritero descansaba, El le regalaba mofas para verla reír, ella le cantaba frases comunes, como un hola y un chau. Ambos se sintieron enamorados, un lobito y una nube. Sus sonrisas escapaban del baúl, el Artista las escuchó tantas veces y al abrirlo sólo encontraba a los muñecos fríos, sin vida en el lugar, sin comprenderlo jamás.
Hoy hay jolgorio en el Baúl, se casaron el Lobito de guante y la señora Nube. Los hermanos títeres brindan por ellos, por una vida larga y contenta. Las flores, el cazador, Perico el niño, Don ratón y el borrachón, cantan a voz en cuello “Bouquet” golpeando sus manos de Tela y zapateando sin pies. Felices por siempre repite la multitud, no hay arroz para lanzarles, pero si muy buenos deseos.
El Titiritero escucha la bulla del interior, una gran fiesta, pero no, no abrirá el baúl, es incapaz de arruinar la feliz reunión, de afuera levanta su copa de vino y sonríe por la feliz pareja.

Wagay

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